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etro, el suegro de Moisés, había venido de visita para traerles a su esposa y a sus hijos, luego de que Moisés liberara al pueblo de Israel del dominio faraónico. La historia narra cómo Jetro se puso a observar todo lo que Moisés hacía durante el día, notando que pasaba toda la jornada, desde la mañana hasta la tarde, juzgando los asuntos del pueblo.Jetro se acercó a Moisés con algunas interrogantes y luego de escucharle con detenimiento le dijo:
No está bien lo que estás haciendo.
Éxodo 18:17
No está bien que un ministerio u organización cristiana traten de abarcar todo el trabajo tecnológico por sí mismos, sin abrirse a la posibilidad de escuchar un buen consejo o de tener a las personas más idóneas para hacer el trabajo.
¿Por qué? ¿Qué es lo que hace que muchos asesores refinen tu dirección, ejecuten tus planes y te ayuden a obtener tus victorias? La respuesta la encontramos, por lo menos de manera parcial, en la persona de Jetro. Estas 10 requisitos de un buen asesor de tecnología han sido extraídas de mi libro Cibermadurez, 7 pasos para que las tecnologías ministeriales den mucho fruto. Disponible en Amazon.
1. Un buen asesor conoce tus éxitos
Jetro visitó a Moisés al haber escuchado todo lo que Dios había hecho por medio de Moisés (Éxodo 18:1).
El buen asesor ha hecho una investigación previa que le permite conocer cuáles son tus fortalezas y cuáles son aquellas cosas que te han conducido al lugar de éxito donde te encuentras. A veces pensamos que necesitamos consejería cuando ya las cosas están mal o se nos salen de la mano. El mejor tiempo para contratar a un buen asesor es ahora cuando disfrutas del éxito.
2. Un buen asesor se alegra de tus logros
Jetro se alegró de saber los logros de su yerno y de su pueblo en su enfrentamiento con los egipcios (Éxodo 18:9).
El buen asesor te recuerda tus éxitos pasados para edificar tu confianza y colocarte en un marco mental y anímico correcto para alcanzar tus metas futuras. Al hacer esto, descubrirá cuáles son tus fortalezas y les tratará de sacar el mejor provecho posible.
3. Un buen asesor es un sacerdote
No me refiero en el sentido formal de algunas tradiciones cristianas. Me refiero a un sacerdote al estilo de 1 Pedro 2:9. Jetro ya era sacerdote y pudo reconocer a Dios YHWH obrando en medio del pueblo por la mano de Moisés (Éxodo 18:10-12).
El buen sacerdote alaba a Dios y afirma que Dios está contigo. El asesor/sacerdote entiende tu llamado mayor, tu servicio y el impacto que este trae en tu comunidad. Sabe que Dios te está guiando en el proceso y está dispuesto a ir de la mano contigo. No tengo nada en contra de asesores no cristianos, pero en algún punto podrían perder de vista tus propósitos principales y tu razón de ser.
4. Un buen asesor es un buen observador
Esta es la ventaja de tener a una persona que ve las cosas desde afuera. Alguien que no está inmerso en los detalles ni participa en los procedimientos cotidianos tendrá siempre la facultad de ver cosas que quien sí lidia con la labor diaria no podrá ver. Jetro vio (Éxodo 18:14) ¡Qué poderoso! Lo que no pudo ver ni Moisés, ni Aarón, ni María, ni los otros dos millones de israelitas, el recién llegado Jetro sí.
El buen asesor toma el tiempo para observar, y observando ve, o sea, mirando lo que está delante de sus ojos puede desarrollar para ti una visión de futuro.
5. Un buen asesor hace las preguntas correctas
Hay preguntas difíciles y confrontadoras que muchos no se atreven a hacer. Es posible que algunas personas cercanas ya se hubiesen dado cuenta del problema y hubiesen pensado en preguntar, pero nunca sabremos si en verdad vieron porque nunca preguntaron.
El buen asesor pregunta lo que otros no, aunque lo manden a su casa. No tiene nada que perder. Jetro exclamó con asombro y recriminación. Se puede notar su preocupación por Moisés y por el pueblo: “¡Pero qué es lo que haces con esta gente!” (Éxodo 18:14).
6. Un buen asesor sabe escuchar
¿Alguna vez has estado conversando con alguien que te hace una pregunta y cuando respondes se entretiene en otra cosa? En estos casos se pregunta uno a sí mismo, “¿y para qué preguntó si no quiere saber?” Jetro escuchó de forma activa la respuesta de Moisés (Éxodo 18:15-16). ¿Quieres evaluar a un consultor para saber si es bueno? Observa la manera como escucha.
El buen asesor quiere saber. Sin apuros. Sus preguntas no son retóricas.
7. Un buen asesor no teme señalar el problema
Tuve una jefa con un liderazgo firme. La primera reunión que tuve con ella luego de ser contratado me enseñó una gran lección que atesoro hasta el día de hoy. Me dijo: “Las malas noticias no mejoran con el tiempo.” Es tan cierto esto. Una enfermedad no mejora si pospones atenderla. Las divisiones en la iglesia no se disuelven si dejas pasar el tiempo. Todo problema necesita una intervención.
El buen asesor siempre pondrá el dedo en la llaga, como lo hizo el suegro de Moisés (Éxodo 18:17). Erradica el temor a la crítica y a la posibilidad de las heridas de tu ego personal. El asesor reconoce tus problemas y te mueve hacia la madurez.
8. Un buen asesor entiende la magnitud del trabajo
La tendencia normal de todo proyecto nuevo es a minimizar el esfuerzo que requiere. En la gerencia técnica de proyectos, he practicado por años algo que nunca me ha dejado mal parado. Escucho a los trabajadores estimar el tiempo que le tomaría terminar y lo doblo para calcular mis propios estimados; si me dicen un día yo calculo dos, si me dicen dos semanas yo estimo un mes. Siempre funciona. La labor es más grande de lo que pensamos inicialmente.
El buen asesor sabe calcular la magnitud del trabajo. No te sorprendas porque puede que hasta use la misma técnica que yo (Éxodo 18:18).
9. Un buen asesor propone soluciones acertadas
Esto fue lo que sucedió con Jetro. Dividió la gigante labor de Moisés en fragmentos más pequeños. Sugirió un modelo de transferencia de conocimiento (Éxodo 18:20) y selección de personal (Éxodo 18:21). Clasificó el trabajo entre casos sencillos y más difíciles y fortaleció el liderazgo (Éxodo 18:22).
El buen asesor tiene la facultad de relacionar su experiencia con el contexto particular tuyo y sabe delegar el trabajo para resolver los problemas.
10. Un buen asesor reconoce cuando su labor termina
Todo asesor vive de su práctica de consultoría. Lo mejor para su propio negocio es prolongar su contrato para ganar más.
Pero el buen asesor no es ventajoso o aprovechado. No malbarata tus recursos y sabe cuándo parar; no necesita que lo manden a su casa, sino que se va por cuenta propia. Jetro regresó a su país (Éxodo 18:27) ¡Qué suegro tan consciente! Si así fueran todas… las asesoras.
Pasado está el tiempo en el cual se esperaba que el pastor o líder conociera todo acerca de todo y lo hiciera todo. Nuestro tiempo demanda la sabiduría de la multitud de consejeros para tener éxito (Proverbios 11:14).
Espero que el breve análisis presentado aquí te ayude a tener un criterio claro durante tus contrataciones y que complementes tu equipo de trabajo llamando a un amigo que pueda fortalecer tus iniciativas de tecnología.
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